La espada rota cortaba el firmamento
montado sobre un puñado de recuerdos, entonces
cabalgando hacia un mañana inexistente
dueño de una tristeza invaluable
como estandarte tu pelo y escudo, tiempos aquellos.
.
Dueño,
dueño del placer que sentiste alguna vez
dueño del reflejo de la luna sobre tu piel desnuda
dueño del calor de la sensación de tu vientre
dueño, entonces, de un melancólico sabor a ausencia.
.
Calló la brisa el susurrar de tu nombre
las flores del camino el aroma de tus hombros
parase el tiempo, contemplando mi llanto
se hizo a un mar de horas de antaño.
.
Cansado mi corcel, cayó al olvido...
.
Ciul
...dueño...
Publicadas por Unknown a la/s 10:27 a. m.
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